FOCAS EN MENORCA

FOCAS EN MENORCA

Hoy pocos sospechan que en Menorca hubieran focas hace aproximadamente 60 años. A continuación relataré mi encuentro con una mama foca y su cría hace tan solo unas semanas. 

Verifiqué las historias que oí y leí entrevistando a varios pescadores menorquines de más de 80 años de edad. Ellos recuerdan nítidamente como era ver focas en la bahía de Fornells, en el puerto de Maó, en Pont d´en Gil y en tantos otros lugares de Menorca. Me contaron que las veían nadar o incluso descansar sobre la arena de playas como s´Arenal d´en Castell. Algunos pescadores se sinceraron conmigo y me relataron que en esa época llevaban escopetas en sus embarcaciones y que les daban caza, pues entonces consideraban a las focas competencia en la pesca. Incluso he sabido de algunas salidas realizadas en el pasado con el único objetivo del exterminio de estas criaturas. Cuando los antiguos pescadores volvían de la mar habiendo capturado un “Vell Marí", nombre con el que los menorquines apodamos a la foca mediterránea o foca monje, eran recibidos en los puertos entre festejos. Estas matanzas extinguieron a las  focas menorquinas.  No pretendo juzgar a nadie, eran otros tiempos, había otra conciencia.  

Tengo un mapa repleto de puntos de la isla donde era posible encontrar un “Vell Marí”, son lugares a los que todos accedemos por el camí de Cavalls fácilmente. Durante mis excursiones imaginaba ver a una de esas focas nadando grácilmente o descansando en la arena de alguna playa. Al tener información sobre esta pérdida sentí que la esencia de Menorca estaba incompleta y como cualquier menorquín que ama su tierra este hecho es triste para mí. 

Fue entonces cuando empecé a investigar sobre nuestras focas -que antaño habitaban todo el mediterráneo y que fueron extinguidas del mismo modo en casi todos los rincones de nuestro mar-. Descubrí que actualmente en el mundo solo quedan 500  ejemplares de esta especie de foca. Sin poder quitarme de la cabeza como sería el paisaje menorquín habitado por estos grandes animales, decidí completar esa mirada a mi tierra e intenté conocer a este miembro desterrado de la fauna de la isla, en algún lugar donde el Vell Marí todavía estuviera presente. 

Tras buscar y rebuscar en libros especializados no encontré ninguna información sólida sobre donde y cómo podía ver a un Vell Marí, pero acabé apostando por un lugar perdido en un rincón del Mediterráneo al que llamamos Egeo. LLegué a una isla tan parecida a Menorca que a veces creí no haberme movido de casa, erigida con la misma geología, con socarrells cerca de la costa, 
el mismo aroma del mar y donde habitan las mismas especies de aves. Se trata de una isla con  una superficie terrestre similar a Menorca pero con solo 4000 seres humanos viviendo en ella. Una vez allí investigué, hablé con la gente de la calle, quienes poco o nada sabían sobre este animal, hablé con pescadores y ellos me contaron que efectivamente veían focas algunas veces mientras faenaban. Pasé largas jornadas en el borde de acantilados buscando sin suerte con mis prismáticos. Salí de pesca en 8 ocasiones con un pescador profesional sin lograr ningún avistamiento.
Una clase de aciertos y desaciertos me llevaron a conocer a un hombre que intenta proteger a este mamífero marino. Al ganarme su confianza un día me regaló mi sueño. Me llevó hasta un lugar donde cabía la posibilidad de ver con vida a un vell marí y aquel día, tras 14 jornadas de fracasos consecutivos: ocurrió. Accedí hasta una zona intacta (parecía estar en el cabo de Cavalleria), nadé  y luego trepé por un pequeño acantilado para llegar hasta el lugar en cuestión y al guardar silencio, percibí  una profunda respiración, el Vell Marí estaba tras una roca a escasos metros de mí y podía oir inhalar y exhalar a sus grandes pulmones, (capaces de administrar aire por más de 20 minutos bajo el mar a profundidades que en ocasiones sobre-pasan los 160 metros de profundidad). La emoción que recorría mi cuerpo es indescriptible, mi atención era absoluta; entonces fue cuando una mama Vell Marí  apareció nadando apaciblemente con su cría al lado, se detuvo y atendió a la pequeña, pude captar a través de un lenguaje que no requiere palabras el vínculo afectivo y amoroso que había  entre ellas, pues la expresión corporal de un mamífero es muchas veces comprendida por otro mamífero. Estuvieron flotando juntas hasta que la madre dejó a su cría en una pequeña y resguardada playa de guijarros y luego nadó mar adentro. Antes de que esta volviera entré en el agua lentamente y tuve un encuentro con la cría, quien confiada, se acercó mirándome con sus ojos grandes y redondos; expresaba la inocencia de cualquier cachorro. En ese momento, inmerso en el agua de aquel viaje en el tiempo con la pequeña cría de Vell Marí frente a mí pensé: “solo quedáis 500, quizás seas una de las últimas que vivirán…”. Ignorante, el cachorrito simplemente  curioseaba e inspeccionaba a ese nuevo mamífero con gafas de buceo que nadaba cerca de su playa.  Me fui en unos pocos minutos, no quería molestar o asustar a mama Vell Marí, quien seguramente no tardaría en regresar.

Seguí mi investigación sobre el terreno y descubrí que los pescadores de esta isla siguen matando a estas focas cuando las ven cerca de sus redes de pesca. Las focas son una molestia para ellos pues se comen a los peces enredados en sus artes de pesca, esto supone una enorme molestia pues además sus redes resultan dañadas; pero hay que entender que las focas no saben que están entorpeciendo la vida de un pescador, para ellas una red significa un manjar que ha caído del cielo servido en una mesa de nailon. La pena de muerte es algo excesivo; no matamos a los ladrones humanos que sí son conscientes de sus actos y para ser justos deberíamos tener en cuenta que las focas pescaban antes de que el primer hombre pusiera un pie en el agua. Me pregunto si no habrá una solución tecnológica a este problema, me pregunto si el hombre no puede valorar el valor de lo que no supone dinero… ¿Como sería un planeta sin otros animales? ¿Como sería haber aparecido solos en la Tierra? Buscamos vida en otros planetas y estamos extinguiendo hoy conscientemente a multitud de especies. No habrá una segunda oportunidad para las focas del mediterráneo. 

El Vell Marí no es el único animal que ha desaparecido de nuestras costas y muchas otras criaturas podrían seguirle. Nuestras aguas cristalinas que antaño eran un bullicio de peces y de vida marina están hoy vacías. ¿Si el mar es de todos, tenemos el derecho a coger lo que nos apetezca?  Son muchas las redes, anzuelos y arpones que merodean nuestra costa, el impacto de este conjunto es demasiado fuerte y así lo demuestran los últimos informes científicos. Incluso en la reserva del norte las poblaciones de peces y otros seres están en declive debido a la sobre pesca, a una mala gestión por parte del gobierno y a la poca vigilancia. Se ha comprobado en todos los rincones del mundo y en lugares tan cercanos como en Cabrera, que cuando dejamos descansar a la vida marina esta se regenera rápidamente, lo cual es siempre una buena noticia para la economía local, para los pescadores, turistas y para la propia naturaleza. Tenemos un compromiso con Menorca, debemos practicar una pesca responsable, debemos cuidar nuestro mar que es también el de todos. Mi generación ya no recuerda que Menorca fue el hogar de la foca mediterránea, seamos responsables para que otros miembros de nuestra fauna no caigan también en el olvido. 









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